Aunque casi todos alguna vez hayan seguido una sieta, los nutricionistas coinciden en que, por mucho que estén instauradas en nuestra vida, estan no son saludables. Y es que, la idea de tener que eliminar alimentos de nuestro día a día, o privarnos de ciertas cosas hasta tal punto que solo podamos pensar en lo mucho que lo echamos de menos, puede incluso ser contraproducente.
Aun así, hay quienes consideran «ponerse a dieta» no restringir su alimentación, sino volver al «buen camino» después de un tiempo en el que han descuidado su alimentación. Por ello, si lo que consideramos una dieta es llevar una alimentación equilibrada, comer muchas verduras y frutas, y no abusar de algunos alimentos más grasos y calóricos que son mucho mejores en pequeñas cantidades, lo estamos haciendo bien. El problema reside en esas otras dietas de las que oímos hablar multitud de veces; algunas muy locas, como la dieta de la piña, otras más comunes, como la dieta Keto, o la Dash, pero no por eso más saludables.
¿Qué dietas son las peores?
«¿Quién puede vivir sin pan, pasta, arroz y galletas toda su vida? Entonces, ¿de qué nos sirve dejar estos alimentos por un tiempo y luego volverlos a comer con más ansias y ser víctimas una vez más del efecto rebote? Siempre hay una dieta de moda y, por lo general, son las mismas dietas restrictivas que van cambiando de nombre», advierte la dietista-nutricionista Fran Sabal. «Da igual que sea la dieta Keto, Dash o Dukan, entre muchas otras; creo que la clave es aprender a comer de manera consciente y así elegir los mejores alimentos para cada uno de nosotros. Vivir en una restricción alimentaria constante es agotador y finalmente empeora nuestra relación con la comida», continúa explicando.
Por otro lado, la dietista-nutricionista Lucía Rodríguez comenta que, en general, todas aquellas dietas que denominamos «milagro», aquellas que ofrecen grandes resultados en poco tiempo y con poco esfuerzo, son perjudiciales para la salud. «No solo no son saludables, sino que también son imposibles de mantener en el tiempo y, al no existir una educación alimentaria, se recupera el peso perdido en cuando se dejan de hacer», advierte, y extiende la preocupación a aquellas dietas en las que, para que sean «efectivas» se deben tomar batidos, pastillas, sustitutivos de comidas, «quemagrasas»…
El peligro de eliminar alimentos
Continúa explicando que, otras de las dietas a evitar son aquellas que se centran en macronutrientes o micronutrientes concretos, o que prohiben el consumo de un alimento o grupo de alimentos; también aquellas con nombres de alimentos (la dieta de la piña o la dieta de la alcachofa,…). «Puede terminar por verse comprometida la salud por exceso o déficit de ciertos nutrientes», dice.
Debemos tener tanto cuidado con las dietas, que la nutricionista llega a explicar que «cualquier dieta que no esté realizada por un dietista-nutricionista, mal pautada y que no tenga en cuenta las características personales de cada persona, puede hacer que la salud se vea comprometida».
Entonces, ¿de qué hablamos al referirnos a una dieta saludable? Explica Laura Rodríguez que esta «es aquella que nos ayuda a mantener o mejorar nuestro estado de salud». Por ello, en ella, en nuestra alimentación diaria, debemos incluir alimentos saludables y de calidad: abundantes vegetales como las frutas, verduras y hortalizas; cereales integrales; proteínas de calidad como las legumbres, huevos, pescados y carnes no procesadas, junto a grasas saludables: aceite de oliva virgen extra o aguacate.
¿Qué es una dieta saludable?
Por su parte, Fran Sabal nos incita a evitar los alimentos procesados y refinados, «ya que por lo general están llenos de químicos, grasas saturadas y azúcar». También, recuerda que dentro de los alimentos refinados también se encuentran todos los cereales blancos, es decir: pan blanco, pasta blanca, arroz blanco o harinas blancas. «Aunque sean alimentos muy comunes y "naturales", si han pasado por un proceso de refinación, han perdido la mayoría de sus propiedades nutricionales».
Fran Sabal desmitifica algunas creencias muy arraigadas sobre las dietas: «Una de las ideas que más daño nos ha hecho es pensar que una dieta será la solución a nuestra tristeza, vacíos y problemas». Por ello, nos recuerda que nuestro cuerpo «no es simplemente una talla o un número en la balanza», y nuestro peso «no es más que un reflejo de lo que está sucediendo en nuestro interior».
Por ello, anima a las personas a adoptar una alimentación saludable «porque nos queremos y queremos a nuestro cuerpo».
